viernes, 11 de mayo de 2007

Praga

En la misma ocasión que visité a mis abuelos (de la cual les hablé), fui a Praga, donde conocí (en esta misma ocasión) a Pregelski, un detective que siempre estaba enojado por el hecho de que la gente sólo viniera a visitar Praga para conocer el Pražský hrad, el castillo de Praga, que tan famoso hizo Kafka, de quien no hablaré porque me atormenta pensar en atormentados, incluso si sólo de dicho, pues si alguien es algo de dicho, algo del de en dicho en dicho será; como Pregelski, de quien se decía que era completamente calvo pero no, pues tenía una pequeña mata pubescente y globosa justo en la mollera, así llamada por muelle, que no es un muelle como el Rašínovo nábřeží, el muelle Rašínovo, frente al río Vltava, el río Moldava, donde se encontraba el hotel donde me hospedé, el Residence Standard; ni tan estándar, puesto que los cuartos eran departamentos con dos dormitorios, cocina pequeña (aunque con trinchador sin trinches, sí con trinchantes y trincheros a falta de trinchantes de palacio), sala con aire acondicionado, y tresillo cuyos sofá y butacas estaban hechos con nueve gigantes cartas de naipes en fibra de vidrio, de las cuales, por superar en bazas a las demás, ganaba aquella que era asiento; donde me senté varias veces y de donde me levanté también para mirar desde mi ventana el Pražský hrad, sitio tan kafkiano, nocturno y burocráticamente pesadillesco como no lo eran aquellos entre los cuales se encontraba el Residence Standard: el Národní Divadlo, el Teatro Nacional, y Vyšehrad, un promontorio rocoso que no prometía nada por inerte y donde se encontraba una fortaleza en cuyo interior se encontraba un castillo, la Kostel svatého Petra a Pavla (la iglesia de San Pedro y San Pablo, no Mármol), un parque muy apreciado los fines de semana por las familias checas (y, los demás días, por lo menos por mí, debido a las espléndidas vistas que ofrecía sobre el Vltava) y la Rotunda svatého Martina, la Rotonda románica de San Martín, la cual podía contemplar meditabundo desde el jardín del U Vyšehradské Rotundy con una cerveza en la mano y no en el pie, debido a la dificultad; dificultad semejante a la de hablar checo cuando no se sabe, checo o hablar; cosa que quise hacer con Pietra (conocida anteriormente sólo de vista y de relatos de mi amigo Quique), pues pasaba justo enfrente de mí cuando tomaba bohemiamente mi cerveza estilo pilsen, que no la bebía bohemiamente en recuerdo de Bohemia, sino porque me pongo bohemio cuando bebo cervezas estilo pilsen, nombradas así por Pilsen, ciudad checa cerca de Praga; ciudad donde me encontraba justo cuando Pietra pasó al lado de svätý Peter petrificado; a quien no le pude decir nada porque yo le era desconocido; al igual que lo había sido hasta hace poco Vyšehrad; de donde después descendí para tomar el Rašínovo nábřeží, pasar por el Masarykovo nábřeží, llegar a Národní, visitar el Národní Divadlo, volver al Masarykovo nábřeží, llegar al Smetanovo nábřeží y finalmente cruzar el puente más antiguo de Praga, el Karlüv most, custodiado por dos torres: la Staroměstská mostecká věž, la torre del puente de la ciudad vieja (que se encontraba del lado donde me encontraba), y la Malostranská mostecká věž, la torre del puente del barrio pequeño (del otro lado), hasta donde llegué para pasar por el chrám svatého Mikuláše, la iglesia de San Nicolás, e ir al Pražský hrad, que, al haber ya oscurecido para entonces, era tétricamente iluminado por los relámpagos seguramente producidos por el alma atormentada de Jehuda Liva ben Becalel, el rabino Löw, el creador del famoso Golem de la judería Josefov, el cual mató a algunas personas al encontrarse confundido por falta de instrucciones, pues el rabino hubo olvidado, antes de oficiar la ceremonia del sabat, sacar el šém de la boca del Golem, que fue después abandonado en el desván de la Staronová synagoga (la sinagoga Viejanueva), desván al que prohibió la entrada el rabino Löw; a quien ya no tuve el gusto de conocer.

5 comentarios:

Alvaro dijo...

hola! vi tu comentario en mi blog y recordé con agrado que ya alguna vez había visto tu blog (tal vez después de ver el de Macias).
Me agradan tus historias, a mi nunca me ocurrirían y por eso se me hacen curiosas.

Anónimo dijo...

me gustó tu blog ¿por qué ya no escribes?

loi dijo...

No sé. Ya empezaré otra vez.

Unknown dijo...

qué onda Loi? estoy recuperando mis bookmarks que había perdido.
Oye, eso de empezar otra vez lo dijiste hace un año!

Luis dijo...

es cierto, ya no escribes...